Chile debe ser uno de los pocos países en que las víctimas de un accidente laboral, causado por la codicia, la negligencia y la irresponsabilidad de los dueños de la empresa, son tratados como héroes. El circo comunicacional de los medios. Y todos nos transformamos en espectadores. Afortunadamente, debo haber sido de los pocos chilenos que no vio el rescate, así que no opinaré sobre el mismo. Sí quiero dar mi opinión sobre la última barbaridad del copyright: Pablo Huneeus, el reputado sociólogo y genial autor de “La Cultura Huachaca”, inscribió en el Registro de Propiedad Intelectual a nombre de su autor, José Ricardo Ojeda Vidal.
OK. ¿Qué subyace a este afán samaritano de Huneeus (a quien respeto mucho, de hecho le he comprado personalmente libros)? Aparentemente, se aburrió que Piñera exhibiera la famosa cartita a lugar al que iba, “atribuyéndose” en cierta forma, el mérito de haber sacado a los mineros con vida, convirtiéndose en el superhéroe mitológico que derrotó a la naturaleza (porque claro, durante este tiempo, nadie se enteró de los millonarios dueños hijos de puta de la mina). Algo de justicia hay en la acción de Huneeus, la idea es que Piñera no utilice la frase como tonto, pero ¿utilizar el derecho de autor para ello?
¿Dónde está el gran problema? El gran problema está dado porque LA LEY DE DERECHOS DE AUTOR PROTEGE OBRAS Y CREACIONES ORIGINALES. Luego, un requisito fundamental para que la obra sea tutelada por el derecho de autor, está señalado en el artículo 1 de la Ley 17.336 y se refiere a la originalidad. Rogaría que algún sindicalista furioso, me señale ¿dónde diablos está la originalidad de la frase? Es decir, ¿por que el derecho de autor debería preocuparse por proteger una frase similar a la que se escribe cuando alguien dice “voy y vuelvo, la comida está en el refri”? Es insensato. No veo por dónde encontrar la originalidad.
Después, a menudo, se suele decir – no exento de críticas- que el derecho de autor existe para incentivar la creación. Esto es, en la medida que haya una ley que protege la creación, más personas estarán dispuestas a crear. Asumiendo que eso fuese correcto, no veo por dónde el derecho de autor le sirvió como incentivo al minero José Ojeda, para enviar la célebre nota (claro, si no fuera por el derecho de autor, Ojeda no habría enviado la nota, esa es la lógica que subyace bajo la lupa de quienes consideran que la “obra” de Ojeda merece protección).
Pero en buen chileno, ¿qué significa todo esto? Cualquier utilización comercial de la frase, tiene que ser hecha con autorización previa del titular, es decir, el minero José Ojeda. ¿Qué ocurre si me estampo la frase en una camiseta? De partida te encontraría muy poco ingenioso, pero desde la perspectiva legal, quizás deberías solicitar autorización (se podría pensar que es una explotación encubierta de la obra además de estar “comunicando públicamente la obra”). ¿Qué ocurre si me quiero ocupar la frase en un reportaje? En principio, no tendrías que solicitar autorización, pues estas utilizando la frase con un propósito investigativo, algo similar a este blog. En fin, para efectos prácticos, es como un libro (por asombroso que suene, pues la frase de Ojeda goza de la misma protección que un poema de Pablo de Rokha o una pintura de Alex Grey).
Finalmente, quiero enfatizar que no estoy “en contra” del minero Ojeda. En lo absoluto. Pero creo que manipular el derecho de autor, por un supuesto afán de justicia, no es correcto, la ley no es ningún instrumento al servicio de nadie. Por lo demás, el manejo más grosero del tema lo hacen los medios, que no necesitan solicitar autorización y que han convertido una noticia de esperanza en un descarnado, aberrante y vomitivo show televisivo.
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