Finales de amor felices v/s Realidad

Nota: Por razones de spoiler, no daré el nombre de la película, sólo diré que es española y es buenísima.

Ayer me disponía a ver una película sobre una bella historia de amor, e hice algo que nunca hago: vi comentarios de la película antes de verla.  La mayoría de los comentarios resaltaban la disconformidad de la audiencia en relación con el desarrollo del film, en particular con el final, pues a muchos desagradaba.

El punto es que vi la película. La encontré buena y me gustó el final. Es una hermosa historia de amor que termina de forma triste. Y precisamente era ese final, el criticado por los lectores a los cuáles leí previamente. Ahí yace mi molestia.

A menudo la gente suele adorar los finales felices en las películas románticas, pero tengo dos objeciones al respecto:

En primer lugar, la vida y el amor no son generalmente finales felices.  Para el ateo recalcitrante la vida termina en el cese de las funciones vitales y siendo alimento de gusanos. Por su parte, el amor no dura eternamente: se acaba, tiene fecha de término, ya sea en relaciones esporádicas de pololeo o incluso en los matrimonios más felices, que terminan con la muerte de uno de los cónyuges.  Entonces, si aceptamos el hecho de que la realidad no es perfecta y siempre feliz, debemos aceptar que el cine haga eco de esa realidad. No quiero sonar amargado, pero no me compro la idea de vivir eternamente riéndose en un universo plástico, eso dejémoselo a la imaginería televisiva y publicitaria que te vende la falsedad de la felicidad eterna en una casa en un lugar seguro, en el shampoo que te quita la caspa o el yogurt que te hace bajar los kilos.  El mundo es hermosamente imperfecto: aceptemos eso.

En segundo lugar, me irrita la gente que espera ver finales felices en el cine, sobretodo en películas de amor. Ese tipo de personas se me hacen seres cobardes,  pusilánimes y vacuas ovejas que esperan hallar en el cine el final perfecto que no tienen sus vidas. Supérenlo.