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sábado, mayo 02, 2009


Mi Conversión al fútbol: Disgreciones sobre el deporte Rey.

¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.
El Anónimo

Sé poco de fútbol y debo reconocer que en un comienzo en este mismo blog critiqué duramente al fútbol. Básicamente dije algo que es parcialmente correcto: el fútbol estaba compuesto por una manga de 11 pelmazos que tienen mal gusto, que les pagan buenos salarios, que se engrupen a la mina con más tetas y menos neuronas, y que son medios acéfalos. Pero mi percepción cambió un poco.

La última vez que fui a ver un partido de fútbol fue en Antofagasta y en ese tiempo la U jugaba con Leo Rodriguez, Matador Salas, Supermán Vargas y todos los míticos. Era un cabro chico y mi tío me enseñó a putear al árbitro, mientras a la distancia veía a Los de Abajo. El partido fue empate, pero no me llamó mucho la atención, prefería otros pasatiempos.

Con el tiempo crecí y mi gusto por el fútbol se disipó completamente. De hecho, llegué a aborrecer al fútbol. La TV mostraba a jugadores buenos para el copete y que ofendían a su hinchada. ¿De qué deporte popular me hablas si estos tipos manejan los sendos modelos descapotables, se acuestan con cuanta modelo huevona existe, viven rodeados de lujos y además muchos juegan mal? Entonces, redujé el fútbol a una expresión digna de una ameba neuronal. No comprendía como le pagaban tanto a unos tipos por chutear una pelota. Todo ello hasta el 15 de febrero.

El día 15 de febrero del 2009, mi hermano don HIJO, me cambió el switch completamente. En una tarde de domingo un tanto ociosa, impulsados por el atosigante calor y por la generosidad grandilocuente de mi hermano, nos dirigimos al estadio junto al despreciable y afable YOSHI, una amiga de este último y su hermana. Fuimos al Sánchez Rumoroso en Coquimbo. Estadio nuevo y decente. Compramos entradas cerca de Los de Abajo y desde el momoento en que entré al estadio mi perspectiva cambió. Jugaba la U contra Cobreloa.

El estadio estaba completamente rodeado de azules y lienzos por todas partes, salvo una apartada línea de color naranjo. Era un fervor romántico incomparable. Los cánticos arreciaban desde todas partes. Me sentí como miembro de un culto religioso y desde luego el fútbol tiene algo de religioso. En Argentina hay una religión dedicada a adorar a Maradona. Pero los hinchas son en cierta medida como las viejas que van a misa: todos los domingos se ponen sus ropas características que resaltan sus pasiones, antes de entrar se persignan (hay un paco que les controla a la entrada), toman asiento en sus respectivas ubicaciones, corean los diversos cánticos (de hecho tienen una lista de temas al igual que en misa), alientan a su dios (equipo), etc.

Ahora, ¿por qué la U y no el Colo?

Desde chico que me asignaron la U. Mi primer partido que vi fue la U, entonces he ahí el asunto. Por lo demás, la hinchada de la U la considero imponderablemente la mejor de Chile. Lo explicaré a continuación.

Colo-colo es una institución manejada por empresarios que tiene nombre de cacique mapuche, además de ser caracterizada por los colores blanco y negro, es decir, está marcada por una doble paradoja, por un lado "empresario" y "mapuche" es una ecuación inviable, es como decir "Marihuanero" y "violento" (pero igual comprensible si consideramos que Colo Colo era el equipo de Pinochet, así como el Real Madrid era el equipo de Franco). Por otro lado, tanto el blanco como el negro suponen una suerte de contradicción, y de la mezcla de ambos nace el gris, es decir un color de indeterminación. Bajo dicho supuesto, se construye la historia del club más "popular" de Chile. Dicha yuxtaposición de intereses cimenta también el carácter exitista de su hinchada. En alguna parte leí que ser del Colo era como que te gustaran los Beatles o Star Wars. Es irse a la segura, es el niño consentido que siempre gana y se burla de sus compañeros. De suerte que cuando pierde, llora y le dan estruendosos berrinches. Por eso que cuando el Colo pierde, la hinchada (ojo que no todos son así) -cuales habitantes franceses de siglo XVIII- exigen la cabeza del mandamás de turno. Son parte de sus berrinches. Si el equipo juega mal, no llenan el estadio, etc. Pero cuando les comienza a ir bien, ahí con el Colo a todas partes. Es como un amor condicionado, condicionado al triunfo.

La U, por otro lado, es un gran equipo. Es un equipo sufrido, al igual que la mayoría de la población chilena. No sabe de muchos triunfos, pero cuando se gana se disfruta y saborea. Su hinchada es completamente leal, no exitista y por cierto, local en todo Chile. De hecho, eso fue lo que me llamó la atención de la U. El equipo pierda o gana, la hinchada siempre estará ahí, esa es la gran diferencia con el Colo. Sin ir más lejos, cuando fui a ver el partido en Coquimbo, el primer gol lo anotó Cobreloa, fue en eso cuando la hinchada empezó a alentar aún más fuerte. Eso es ciertamente impactante. Finalmente la U terminó ganando 4-1. Y no es que me guste la U por el equipo que tiene ahora, me gusta la U por lo que representa ser parte de la U, por la ciega devoción que se tiene para con un equipo. Por lo mismo, en uno de los cánticos de la U se hace alusión a que por el equipo pueden pasar muchas figuras, pero siempre la hinchada estará ahí alentándolos. Si el fanático de Colo era devoto de Beatles y Star Wars, el de la U es hincha de los Rolling Stones y Star Trek.

Por último, quisiera formular dos observaciones:
1.- El fútbol hace rato que dejó de ser un simple deporte-pasión-de-multitudes para transformarse en un lucrativo negocio. Es así como en Chile, los equipos más populares son empresas, y los jugadores y el cuerpo técnico es el activo de esa empresa. La mercantilización del fútbol nos hace cuestionarnos ¿qué tan popular puede ser un deporte cuyas cabezas son empresarios de terno y corbata engrasados en millones de pesos? El fútbol es tan popular que sirve de plataforma como buen negocio. Aquí no hago distinciones, albos y azules son sociedades. No digo que sea malo, sino signo irremediable de los tiempos. Y resulta pertinente la observación que una vez formuló mi hermano: Los buenos jugadores de fútbol chileno y que luego se lo llevan los equipos europeos, son como las diversas riquezas naturales que tenía nuestro país y que fueron despojadas por los europeos colonizadores de antaño. Sin embargo, esta frívola mercantilización es peligrosa. Es como la enfermedad de las vacas locas o la infame gripe porcina. Agarrar a jugadores jovencitos, potenciarlos con cuanta payasada se encuentre y después transformarlos en crack, resulta atractivo monetariamente hablando, pero no deja de ser enfermo. Ni idea si alguien recuerda a Ronaldo cuando era jovencito e ídolo de multitudes en Brazil, era delgado y veloz. ¿Qué sucedió una vez que se fue a Europa? Vimos a un mastodonte musculoso y potenciado, pero sin la magia que lo caracterizó.

2.- El fútbol es realmente una pasión, un sentimiento, que constantemente ha sido mirado con malos ojos por los autoproclamados "intelectuales", porque aparentemente resulta ser opio para las masas, las adormece e inhibe el razonamiento crítico. No obstante, muchos de estos sesudos cabezones se olvidan que muchos equipos nacen en el seno del anarquismo y de muchas organizaciones sindicales, además no todo en la vida puede ser intelectualizable, desde la antigua Grecia que el hombre ha precisado de la diversión. No por nada, los grandes han tenido palabras para este noble deporte:

- "Yo crecí en un barrio privado... privado de luz, agua, teléfono..." Diego Armando Maradona, durante su visita a Bolivia en marzo de 2004.

- "Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios"
Mario Benedetti.

- "Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música". Eduardo Galeano.