He comprobado, con algo de espasmo, que muchas personas conocidas mías viven aceleradas, como si les hubiesen inyectado una grave dosis de cocaína u otro estimulante. “Que tengo que entrar a la U”, “Que tengo que entrar a trabajar pronto”, “Que tengo que llegar raudo a esta reunión”, etc. Gente relativamente joven, sólo preocupada del éxito y de generar dinero de manera rápida (y a toda costa).
Por eso es bueno, releer a Henry David Thoreau, quien sabiamente se preguntaba:
“¿Por qué debemos vivir con semejante apresuramiento y desperdicio de la vida? Estamos decididos a morir de hambre antes de tener hambre”.
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