Celebraciones y Héroes: 21 de mayo en Chile.

Es muy probable que mucha gente me critique esta columna o la encuentre antipatriota. Y sí, soy antipatriota. Me apesta y siempre me ha apestado esa sensación hedionda y naftalinosa llamada “patriotismo”. Soy ciudadano del mundo. Las banderas y los límites, son eso: límites y símbolos. Y si alguna vez llegase a extrañar este trozo de tierra es por la gente que la compone, no porque se llame Chile, ni porque tenga una cierta bandera, ni ciertos límites.  Como diría Goethe  “El orgullo más barato es el orgullo nacional, que delata en quien lo siente la ausencia de cualidades individuales”. Tus padres jodieron en un determinado pedazo de tierra, eso es todo. No hay razón para estar orgulloso de eso. Enorgullécete de tus logros personales, no de un país.

Bueno, el 21 de mayo conmemoramos en Chile el Combate Naval de Iquique. OK. Antes que todo, encuentro que en pleno siglo XXI, resulta medio esquizofrénico y fascista andar celebrando batallas o guerras. ¿Acaso no hay mejores acontecimientos en el mundo que conmemorar, en lugar de batallas? ¿Estaré mal yo?

Pero, pensemos que está bien celebrar batallas, porque se ajusta a mi fascinación con el mundo castrense  y las proezas heroicas patrias. El Combate Naval (1879), como muchos sabemos, ocurre en Iquique, donde perece de manera heroica el abogado y capitán Arturo Prat al mando de su nave “La Esmeralda”.  Sin embargo, en la misma lid, triunfa de manera estoica, el capitán Carlos Condell, logrando a punta de astucia hundir, a bordo de su frágil corbeta “Covadonga”, el acorazado enemigo “Independencia”. Sin embargo, tal como diría Huneeus “el elemento aglutinante de la festividad no es la victoria de Condell, sino la máxima derrota que puede tener un hombre, que es morir”.