Remedios para el voto en democracias de papel.
Durante estos días nos han bombardeado con imágenes sobre la inscripción de los jóvenes en los registros electorales. Nos han hablado de la importancia del voto. De hecho, en la televisión se puede ver a la Fernanda Urrejola diciendo que los jóvenes tenemos el poder para cambiar el país (¿?). Lo mismo han hecho ciertos avisos publicitarios que han despertado la ira incomprensible del Sernam. Todo ello, impulsado por Injuv (instituto dependiente del gobierno).
No quiero ser negativo, creo que votar es importante. Tiene distintas connotaciones ese ejercicio en que uno concurre a la urna, utiliza el lápiz y efectúa una simple raya. Según Böckenförde, en la construcción del Estado el sufragio universal es la piedra angular de la democracia constitucional, que logra hacer efectiva la soberanía del pueblo y de la igualdad política de los miembros de una comunidad nacional. Montesquieu y los grandes pensadores de la humanidad han escrito sobre el derecho a sufragio como expresión inequívoca de democracia. Pero, el derecho sufragio comprende un derecho subjetivo. Ese derecho subjetivo se expresa en el hecho de que el titular de ese derecho tiene la libertad para votar o no votar.
Ejerceré entonces esa libertad. Lamentablemente estoy inscrito, y por ende, estoy obligado a votar. El Estado paternalista me constriñe a fuerza de lumazos, sanciones y multas, para concurrir a las urnas a expresarme por un candidato. De suerte, que inscrito no tienes otra opción que votar (sin contar el hecho de que puedes tener la suerte de ser elegido vocal de mesa). Me arrepiento y lo atribuyo a un pecado de juventud. Pecado que penará todos mis días de aquí en adelante. Pero ¿por qué me arrepiento de ejercer este deber cívico tan importante?
Votar por una derecha paleolítica, conservadora y travesti (utilizando la expresión de Bellolio), no está en mis planes. Votar por una izquierda pajera, menos. Nuestra izquierda floja no ha hecho o no ha podido introducir cambios sustanciales a nuestro sistema, cambios que se traduzcan en una mayor democracia.
El sistema binominal, los quórum de reforma legal y el Tribunal Constitucional son instituciones anquilosadas de dudosa legitimidad democrática. Siguiendo al profesor Atria, "la función del binominal es volver irrelevante el resultado de las elecciones para los efectos de hacer reformas. Porque para hacer reformas relevantes se requieren 4/7 de los votos de diputados y senadores en ejercicio. Y salvo que ocurriera un cataclismo político, es imposible obtener 4/7 en una elección". Entonces, ¿qué pasa? Para hacer reformas importantes es necesaria la aprobación de la minoría (la derecha). Situación que no ocurre en ninguna parte del mundo, todos los países tiene mayoría simple. Así, en cierta forma, estamos atrapados por la derecha. Como diría Atria " lo que hace es impedir que se hagan reformas importantes sin el concurso de la derecha. O sea, le da poder de veto a la derecha. Y la derecha usa ese veto para las cuestiones que más le interesan; y eso se ha visto en el debate de educación -cuando se habló del lucro y de la selección de estudiantes- y en el de la píldora del día después". Por ende, da lo mismo quien salga, las cosas siempre serán igual. Mientras no exista un consenso unánime para eliminar esas figuras antidemocráticas, en Chile seguiremos en una democracia de papel, y que exista ese consenso es prácticamente imposible. Entonces ¿para qué votar?
Muchos dicen que tienes que inscribirte si quieres reclamar por este sistema imperfecto. Yo me pregunto ¿de dónde diablos sacan estas personas que ahora para reclamar, para patalear por el sistema, o por el comportamiento animal de los partidos, tienes que estar inscrito? No veo ese requisito en ninguna parte, ni siquiera en la Constitución. Esto métanselo bien en el disco duro: no es necesario estar inscrito para demostrar tu inconformidad con un sistema deficiente.
Ahora, si cometiste el error imperdonable de inscribirte y estas igual de descontento que yo, te cuento que existe el voto nulo. Se habla del voto nulo como un voto crítico. Muchos dicen que nuestro país luchó contra una dictadura y que gracias al derecho a voto logramos llegar a la democracia, que votar nulo implica borrar de una lo que lucharon nuestros progenitores. Pero pocos advierten que el voto nulo es precisamente una reivindicación del derecho a sufragio, una reivindicación de la democracia. ¿Por qué no tendré derecho a expresar mi descontento con la selección -cuál menú de restaurante- de candidatos puestos ahí por partidos políticos? El problema es que los analistas y políticos tradicionales no entienden, que el voto nulo demuestra una crítica. Una crítica a un sistema imperfecto y antidemocrático, y una crítica al régimen partidista que se ha instalado cómodamente en el poder. Por último, muchos dicen que voto anulado es voto perdido, pero también es un parámetro claro de que algo no está funcionando bien. En términos simples ¿para qué necesita un político los votos? Para legitimar su elección popular. Luego surge la pregunta ¿qué tan legítima será una elección con un alto grado de abstención electoral o con votos nulos? Yo diría que su legitimidad sería, por lo menos, dudosa.
En fin, hay otros remedios. Los venden en farmacias...bah, se me habían olvidado: están coludidas. Bueno, como gran parte del entramado político de este país.
No quiero ser negativo, creo que votar es importante. Tiene distintas connotaciones ese ejercicio en que uno concurre a la urna, utiliza el lápiz y efectúa una simple raya. Según Böckenförde, en la construcción del Estado el sufragio universal es la piedra angular de la democracia constitucional, que logra hacer efectiva la soberanía del pueblo y de la igualdad política de los miembros de una comunidad nacional. Montesquieu y los grandes pensadores de la humanidad han escrito sobre el derecho a sufragio como expresión inequívoca de democracia. Pero, el derecho sufragio comprende un derecho subjetivo. Ese derecho subjetivo se expresa en el hecho de que el titular de ese derecho tiene la libertad para votar o no votar.
Ejerceré entonces esa libertad. Lamentablemente estoy inscrito, y por ende, estoy obligado a votar. El Estado paternalista me constriñe a fuerza de lumazos, sanciones y multas, para concurrir a las urnas a expresarme por un candidato. De suerte, que inscrito no tienes otra opción que votar (sin contar el hecho de que puedes tener la suerte de ser elegido vocal de mesa). Me arrepiento y lo atribuyo a un pecado de juventud. Pecado que penará todos mis días de aquí en adelante. Pero ¿por qué me arrepiento de ejercer este deber cívico tan importante?
Votar por una derecha paleolítica, conservadora y travesti (utilizando la expresión de Bellolio), no está en mis planes. Votar por una izquierda pajera, menos. Nuestra izquierda floja no ha hecho o no ha podido introducir cambios sustanciales a nuestro sistema, cambios que se traduzcan en una mayor democracia.
El sistema binominal, los quórum de reforma legal y el Tribunal Constitucional son instituciones anquilosadas de dudosa legitimidad democrática. Siguiendo al profesor Atria, "la función del binominal es volver irrelevante el resultado de las elecciones para los efectos de hacer reformas. Porque para hacer reformas relevantes se requieren 4/7 de los votos de diputados y senadores en ejercicio. Y salvo que ocurriera un cataclismo político, es imposible obtener 4/7 en una elección". Entonces, ¿qué pasa? Para hacer reformas importantes es necesaria la aprobación de la minoría (la derecha). Situación que no ocurre en ninguna parte del mundo, todos los países tiene mayoría simple. Así, en cierta forma, estamos atrapados por la derecha. Como diría Atria " lo que hace es impedir que se hagan reformas importantes sin el concurso de la derecha. O sea, le da poder de veto a la derecha. Y la derecha usa ese veto para las cuestiones que más le interesan; y eso se ha visto en el debate de educación -cuando se habló del lucro y de la selección de estudiantes- y en el de la píldora del día después". Por ende, da lo mismo quien salga, las cosas siempre serán igual. Mientras no exista un consenso unánime para eliminar esas figuras antidemocráticas, en Chile seguiremos en una democracia de papel, y que exista ese consenso es prácticamente imposible. Entonces ¿para qué votar?
Muchos dicen que tienes que inscribirte si quieres reclamar por este sistema imperfecto. Yo me pregunto ¿de dónde diablos sacan estas personas que ahora para reclamar, para patalear por el sistema, o por el comportamiento animal de los partidos, tienes que estar inscrito? No veo ese requisito en ninguna parte, ni siquiera en la Constitución. Esto métanselo bien en el disco duro: no es necesario estar inscrito para demostrar tu inconformidad con un sistema deficiente.
Ahora, si cometiste el error imperdonable de inscribirte y estas igual de descontento que yo, te cuento que existe el voto nulo. Se habla del voto nulo como un voto crítico. Muchos dicen que nuestro país luchó contra una dictadura y que gracias al derecho a voto logramos llegar a la democracia, que votar nulo implica borrar de una lo que lucharon nuestros progenitores. Pero pocos advierten que el voto nulo es precisamente una reivindicación del derecho a sufragio, una reivindicación de la democracia. ¿Por qué no tendré derecho a expresar mi descontento con la selección -cuál menú de restaurante- de candidatos puestos ahí por partidos políticos? El problema es que los analistas y políticos tradicionales no entienden, que el voto nulo demuestra una crítica. Una crítica a un sistema imperfecto y antidemocrático, y una crítica al régimen partidista que se ha instalado cómodamente en el poder. Por último, muchos dicen que voto anulado es voto perdido, pero también es un parámetro claro de que algo no está funcionando bien. En términos simples ¿para qué necesita un político los votos? Para legitimar su elección popular. Luego surge la pregunta ¿qué tan legítima será una elección con un alto grado de abstención electoral o con votos nulos? Yo diría que su legitimidad sería, por lo menos, dudosa.
En fin, hay otros remedios. Los venden en farmacias...bah, se me habían olvidado: están coludidas. Bueno, como gran parte del entramado político de este país.
7 sindicalistas furiosos:
Disclaimer:
Hare una aclaración para aquellos sindicalistas que no cachan mucho de derecho. Voy a explicar un poco lo que dice el profesor Atria.
Cuando se discute un proyecto de ley en el Congreso, éstos requieren el acuerdo de los parlamentarios. Hay distintos quórum de acuerdo, es decir, para aprobar determinados proyectos se necesita cierta cantidad de votos.
Para los proyectos "realmente importantes" se requiere un quórum mayor, es decir, se requiere una mayor cantidad de votos. Ello, porque supuestamente son materias importantes que requieren consenso de todos los sectores. El problema es que en estos casos, siempre se requerirán los votos de la derecha. En otras palabras, un gobierno de concertación no puede gobernar sin derecha. Los 4/7 que se requieren para aprobar estos proyectos, es un consenso tan grande que hace difícil implementar proyectos "osados". Ejemplo de ello: píldora del día después.
¿Se entendió?
no
Puta que eres huevón Sebastián
Yo creo que tu analisis es muy simplista al calificar de democracia de papel por el hecho de que es dificil conseguir un quorum determinado para lo que tu llamas "proyectos realmente importantes".
Primero, en cuanto a la calificación de proyecto importante, hay muchos (de hecho son la mayoria) proyectos que no son importantes (siguiendo tu denominacion) pero que si ayudan a una cantidad inmensa de chilenos.
Segundo, el que el gobierno requiera un consenso entre dos partes, ayuda justamente a que los proyectos importantes se implementen de manera prudente.
Mi opinion personal es que habria que arreglar el sistema en vistas a incluir a los partidos que quedan fuera del sistema binominal, pero hay que tener cuidado, que grupos minoritarios puedan "vender" sus votos para uno u otro lado alejandose de la ideologia que los hizo llegar a formar parte del congreso. En otras palabras, que no se produzca que apoyen o rechazen un proyecto si el gobierno hace tal o cual cosa que no tiene nada que ver con la discusión concreta de ese proyecto. Saludos
A Omar:
Estimado amigo, formularé algunas objeciones a tu comentario.
En primer término, creo que el artículo se divide en dos episodios: cuando hablo de ejercer mi derecho a no votar (votar nulo, por ejemplo), y cuando hablo del sistema que me impulsa a no votar (Constitución pétrea antidemocrática).
No quise irme en la volada "constitucionalista" porque excedía con creces el propósito del artículo, pero es necesario ahondar en el tema para comprender mejor mi punto.
Calificas mi visión de "simplista", cuando quizás no lo es tanto. Me baso en Atria, entre otros. Haré un burdo copy+paste de Atria, con quien concuerdo plenamente.
"Primero, para dictar, modificar o derogar una ley "orgánica constitucional" no basta la mayoría: se requieren 4/7 de los votos. Esto quiere decir que ninguna ley orgánica constitucional puede ser dictada sin que la minoría dé su aprobación. Y las leyes orgánicas constitucionales se refieren prácticamente a todas las cuestiones importantes del régimen legal chileno, de modo que no es posible hacer reformas importantes sin verse obligado a dictar, modificar o derogar leyes de ese tipo. Esto no existe en ningún país que pueda servir de modelo democrático: en democracia, la ley se aprueba por mayoría.
El veto, por supuesto, no lo tiene cualquier grupo político, sino sólo el que ha obtenido 3/7+1 de los escaños. De modo que si la minoría estuviera fraccionada carecería de veto. Para evitar esto, existe un sistema electoral, también único en las democracias del mundo, cuya finalidad es garantizar a la derecha los 3/7+1 de los escaños parlamentarios.Este sistema electoral, les da a las directivas de los partidos políticos la posibilidad de designar parlamentarios.
Por último, el Tribunal Constitucional. Es verdad que esta institución existe en muchas democracias maduras. Pero en ninguna parte tiene los desmesurados poderes, preventivos y represivos, que tiene el chileno. Y, hasta donde sé, en ninguna parte sus miembros son elegidos por la Corte Suprema o ratificados por 2/3 de los votos de diputados o senadores.
La exigencia de estos quórums exagerados tiene, irónicamente, el efecto precisamente contrario del que sus defensores alegan: no garantiza que los miembros del tribunal sean personas que concitan amplio apoyo. Al contrario, fuerza a los partidos políticos a negociar antes de la votación y repartirse los cargos, como hemos visto que ocurre cada vez que se elige un miembro".
Por lo tanto, mi buen amigo, si sacamos cuentas, ¿qué tenemos?
- Leyes que no son dictadas por la mayoría, sino cuando la minoría renuncia a ejercer su poder de veto.
- Los parlamentarios no son elegidos por el pueblo, sino designados por los partidos políticos.
- Y todo es controlado, por si fuere necesario más control, por un Tribunal Constitucional que entiende que su función es, como lo ha dicho él mismo, reemplazar la voluntad del legislador por la suya propia. Lo cuál resulta grave, si consideramos que - en términos constitucionales- la ley es la declaración de voluntad del pueblo. En efecto, en otros países existen Tribunales Constitucionales, pero sus poderes son limitados y dependen de la Corte Suprema.
¿Te parece que con estas instituciones tan autoritarias e intrínsecamente antidemocráticas me den ganas de votar? ¿Le cabe duda de que el sistema en que vivimos es absolutamente "democrático"?
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