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domingo, abril 05, 2009


Wes Anderson, los Rolling Stones y los Kinks: El perfecto "ménage à trois".

Hace un tiempo que vengo siguiéndole los pasos a Wes Anderson, un sujeto de bajo perfil y que resulta ser también un tremendo director de cine gringo, con títulos a su haber como “Rushmore”, “The Royal Tenenbaums”, “The Life Aquatic with Steve Zissou” o “Viaje a Darjeeling”.

Sus películas son hermosas pinturas compuestas por una heterogénea gama de colores y personajes singulares. Sin más, cuando tuve la posibilidad de ver “Viaje a Darjeeling” no quería que terminara, quería acompañar a los hermanos Withman en su viaje por la India, y al finalizar la película le dije al Hijo; “Hueón, si alguna vez nos distanciamos, tenemos que ir a la India y hacer un viaje en tren”. Me respondió: “Carlos culiao”. Pero comprendí que esa era la forma de expresar cariño que tiene mi hermano.

El asunto es que no voy a hablarles hoy sobre las geniales y sencillas historias que narran las películas de Anderson, sino que voy a hablarles sobre la magia escondida en él, y que también yace en directores como Kubrick, Scorsese , Tarantino o un Cameron Crowe: la impresionante capacidad para seleccionar el soundtrack perfecto, ese arte indomable por muchos de hacer que una imagen tenga una melodía asociada de tal manera, que sea difícil volver a escuchar ese tema sin imaginarse esa escena determinada en la película. La importancia de Anderson al cine, es que hoy no habría un Little Miss Sunshine, un Garden State, un Juno, o un Napoleon Dynamite, si antes Anderson no hubiera filmado películas. Así de tajante.

Me imagino que su amor por la música viene porque su vieja tenía una disquería con pura música alternativa. A eso súmale el hecho que su infancia como niño friki se complementa por ser vecino de una feria persa, y que su compañía fueron puras películas. Pero lo que hace tan característico a Anderson de un Kubrick o de un Scorsese, es que mientras Scorsese selecciona los temas más rockeros de los Rolling Stones, Anderson se sumerge en esos temas añejos y olvidados de los Rolling Stones (tales como “She Smiled Sweetly” o “Play With Fire” o “I’m waiting”). También se diferencia de un Tarantino, porque mientras éste desempolva clásicos camioneros de los 50`y 60’, Anderson se lanza a la aventura de la invasión británica con sus adorados “The Kinks”. De hecho, en un comienzo el soundtrack de “Rushmore” iba a estar lleno de temas de The Kinks, pero a medida que grababa la película terminó dejando un solo tema de los Kinks. Personalmente lo he conocido a través de sus impecables soundtracks, quizás semejantes a los de Crowe, pero con la diferencia que las películas de Anderson exudan una "sencillez aparente" que realmente encanta, una belleza en los detalles que francamente impresiona, y que dan ganas de capturar como un momento kodak. Pero lo que agradecemos a Anderson- y lo que lo hace ser un hueón tan cool- es que logra transportarnos desde ese cómodo lugar en que nos echamos a ver una agradable película, a un universo pop con una banda sonora tan adorable como pegajosa, pero que además es una banda sonora de grupos que todos conocemos, pero canciones que muchos desconocemos. Temas sencillos, de esos que al escuchar dices: “puta que buen tema, cómo mierda no lo escuché antes, este hueón es seco, me gustaría actuar en sus películas, de hecho me siento como un personaje de sus películas”. Se da el trabajo, cuan prolijo relojero de buscar los detalles musicales, las letras precisas, y las imágenes perdurables en discos llenos de polvo. Anderson está tan impregnado del buen rock británico, como el océano de agua. Quizás la única película en donde no utiliza expresamente una banda sonora netamente británica, es en “The Life Aquatic with Steve Zissou” Nada de Rolling Stones o Kinks, pero recurre nuevamente a ese ingenio que lo caracteriza para encontrar temas simples – de esos que puedes escuchar cuando vas en la micro, cuando vas caminando hacia tu lugar de trabajo, o cuando llegas a tu casa- y convoca al tremendo Seu Jorge, solicitándole que haga covers de algunos temas de David Bowie. Se comenta al respecto, que Bowie no solo dio el “vamos”, sino que encontró notables las versiones portuguesas e íntimas de sus clásicos rockeros, como “Starman”, “Lady Stardust”, “Rebel, Rebel”, “Life On Mars”, etc.

Como bonus track, a continuación un fragmento de la movie “The Royal Tenenbaums”, en la mejor escena que pudo haber salido Luke Wilson en su puta vida, se afeita y de repente vienen a la mente los recuerdos de aquella mujer que ama, pero que lamentablemente nunca podrá tener. La música de fondo – y que es lo más interesante del asunto- es de Elliot Smith, quien curiosamente se suicidó dos años después.

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